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hundo la mirada en el cuadro
intento seguir un rastro
entre las líneas
busco el sonido de la pincelada
la mano del artista
en el aire
el deseo de significados se pierde en el asombro.
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los ojos al cielo queriendo salir a flote
y naufraga la mirada en Sálvora
qué hermosa sería si hubiera pan y penicilina
por eso hay niños surcando un océano de fiebres y quimeras
un firmamento caído en el abismo infinito
habitado por mouras y engendros
por comediantes
y muertitos y ánimas penando
decapitados ilustres
bravas heroínas y aparecidos contentos
sirenas al fin libertas
y animales de ciudad y otras bestias maravillosas
por endemoniados y diosas
y sabios de velatorio
por lobos de mar cesantes
clérigos fingidores y portentos civiles y militares
y hasta santas de piedra
en espera de altares
las insignes sombras
resistiendo a la desmemoria
se desploman en los remolinos del tiempo y sin querer
renacen al son
del susurro de una abuela.
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la aldea sabe que Lamérica es grande como un rascacielos
y duele como un temporal
y sin embargo la gente sueña con caballos
tan mansos como la esperanza.
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se va el rapaz con los bolsillos llenos
de sueños de la playa suya
de aquel mundo de remo y salitre
de procesiones y cera quemada
de famélicas raciones
de luto que agota
de corredoiras musicadas y vacas rubias como soles
de riberas y de brea y de pies fríos en la escuela
se va
atesorando cachos de las verdades primeras
a punto de romperse
y una navajita marinera
entre las estrechuras de la maleta.
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e vaise o rapás
quedándose un pouco
un pouco contra as porfiadas mareas que dilúen as pegadas
deixadas polos sonos nas areas da memória
vaise cunha man abrandindo as raíces
do presente máis perfeito que poida acordarlle.
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y son tan grandes los rascacielos que no dejan ver las estrellas en Lamérica
por eso duele la vista y las calles no duermen
no duermen los titanes que achican la vida del emigrante
luz! luz! luz!
luz! para lavar los ojos
luz! para no dejar nada atrás
luz! en las manos del hombre que deja jugar al niño
con un pincel en el corazón de la vida.
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cada quien ha de calmar la saladura en la propia mirada
cruzar el Hudson a diario sin rendirse al sarcasmo de la ciudad
aventurarse en la vastedad del lienzo
de cemento acero humo y exceso
con el afán del peregrino que sigue su estrella
y reverdecer en la idea
cada día.
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asoma la niebla del río
entre pinceladas
se atasca el tráfico en el puente
un hombre juguetea al volante de un sueño
aprieta los párpados y se desliza
en los sueros del extramundo
hilvana recuerdos vadeando distancias
entre mortales e inmortales
y ve a Simón del desierto que ha bajado de su columna y al borde del viaducto orina
y ve como un obispo vuela hasta lo alto del pilar del estilista y planta una ermita
y un perro con dos cabezas sale del agua y se come al jerarca alado
y en una cabeza se ven las tripas de los pensamientos donde se perdió un homúnculo con rostro de santo
y la otra ofrece amistosa su lengua de carne de pecado mojada
y una bestia nacida de la beata que amó al ardecasas va de puntillas por el blanco del ojo
y el can tiene en el rabo un tatuaje que reza amor fati
y un caudillo con voz de siringa vende relicarios y calcetines de viaje en el atrio
y por el asfalto gatea un niño Jesús calvo y barbado
va y viene buscando a la madre
en la luz derramada por un corazón ardiente
es la fina luz que desborda el pincel y alumbra las conversaciones
entre los viejos espíritus que se abren paso a través de la bruma en Lamérica.
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en las afueras de un dibujo se adivinan las calles
las más propicias para fugarse
fugarse del pertinaz correr de la persona
contra sí misma
contra todas
escaparse del corre corre de Lamérica
sí!
quién pudiera!
irse lentamente
de la vida deshabitada
y llegar del oficio inmune tras la faena
en calma
al paso de quien racima el matiz con la pupila afilada
y entre sutiles acertijos dibuja los más finos caminos
de vuelta
a la casa de la memoria.
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apoyo la mirada despacio
en la huella
del trazo
del pretexto
de la estela que migra desde la oscuridad
queriendo atrapar la luz
siento la mano que ve latir la gracia por nacer
que dispone altares donde ampara vidas imaginadas
es la mano creadora
que desanuda los enigmas
de la franja la línea y el difumino
de ires y venires por arroyos de carbones plata color y tinta
de la belleza que al fin respira
al suceder en el ojo el misterio del arte
y enciende la emoción ante la fineza del laurel
retoño de aquel primer garabato en la arena
que hoy brilla apacible
en el invierno de los días
sentida mano fértil aún de color plena
serena las nubes los ayes y la pena
y los caminos de Lamérica
se desvanecen entre pinceladas en las costuras del alma
cuando retorno a Sálvora
que se sabe hermosa
porque en tierra firme hay pan y penicilina
mais non é bastante
dirán los rumorosos al vuelo de
la mirada.
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FIN.
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-J.Antonio Nóvoa Dic.2021-