Lamérica linda Sálvora

Apocalypse, por Manuel Ayaso

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hundo la mirada en el cuadro

intento seguir un rastro

entre las líneas

busco el sonido de la pincelada

la mano del artista

en el aire

el deseo de significados se pierde en el asombro.

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los ojos al cielo queriendo salir a flote

y naufraga la mirada en Sálvora

qué hermosa sería si hubiera pan y penicilina

por eso hay niños surcando un océano de fiebres y quimeras

un firmamento caído en el abismo infinito

habitado por mouras y engendros

por comediantes

y muertitos y ánimas penando

decapitados ilustres

bravas heroínas y aparecidos contentos

sirenas al fin libertas

y animales de ciudad y otras bestias maravillosas

por endemoniados y diosas

y sabios de velatorio

por lobos de mar cesantes

clérigos fingidores y portentos civiles y militares

y hasta santas de piedra

en espera de altares

las insignes sombras

resistiendo a la desmemoria

se desploman en los remolinos del tiempo y sin querer

renacen al son

del susurro de una abuela.

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la aldea sabe que Lamérica es grande como un rascacielos

y duele como un temporal

y sin embargo la gente sueña con caballos

tan mansos como la esperanza.

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se va el rapaz con los bolsillos llenos

de sueños de la playa suya

de aquel mundo de remo y salitre

de procesiones y cera quemada

de famélicas raciones

de luto que agota

de corredoiras musicadas y vacas rubias como soles

de riberas y de brea y de pies fríos en la escuela

se va

atesorando cachos de las verdades primeras

a punto de romperse

y una navajita marinera

entre las estrechuras de la maleta.

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e vaise o rapás

quedándose un pouco

un pouco contra as porfiadas mareas que dilúen as pegadas

deixadas polos sonos nas areas da memória

vaise cunha man abrandindo as raíces

do presente máis perfeito que poida acordarlle.

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y son tan grandes los rascacielos que no dejan ver las estrellas en Lamérica

por eso duele la vista y las calles no duermen

no duermen los titanes que achican la vida del emigrante

luz! luz! luz!

luz! para lavar los ojos

luz! para no dejar nada atrás

luz! en las manos del hombre que deja jugar al niño

con un pincel en el corazón de la vida.

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cada quien ha de calmar la saladura en la propia mirada

cruzar el Hudson a diario sin rendirse al sarcasmo de la ciudad

aventurarse en la vastedad del lienzo

de cemento acero humo y exceso

con el afán del peregrino que sigue su estrella

y reverdecer en la idea

cada día.

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asoma la niebla del río

entre pinceladas

se atasca el tráfico en el puente

un hombre juguetea al volante de un sueño

aprieta los párpados y se desliza

en los sueros del extramundo

hilvana recuerdos vadeando distancias

​​entre mortales e inmortales

y ve a Simón del desierto que ha bajado de su columna y al borde del viaducto orina

y ve como un obispo vuela hasta lo alto del pilar del estilista y planta una ermita

y un perro con dos cabezas sale del agua y se come al jerarca alado

y en una cabeza se ven las tripas de los pensamientos donde se perdió un homúnculo con rostro de santo

y la otra ofrece amistosa su lengua de carne de pecado mojada

y una bestia nacida de la beata que amó al ardecasas va de puntillas por el blanco del ojo

y el can tiene en el rabo un tatuaje que reza amor fati

y un caudillo con voz de siringa vende relicarios y calcetines de viaje en el atrio

y por el asfalto gatea un niño Jesús calvo y barbado

va y viene buscando a la madre

en la luz derramada por un corazón ardiente

es la fina luz que desborda el pincel y alumbra las conversaciones

entre los viejos espíritus que se abren paso a través de la bruma en Lamérica.

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en las afueras de un dibujo se adivinan las calles

las más propicias para fugarse

fugarse del pertinaz correr de la persona

contra sí misma

contra todas

escaparse del corre corre de Lamérica

sí!

quién pudiera!

irse lentamente

de la vida deshabitada

y llegar del oficio inmune tras la faena

en calma

al paso de quien racima el matiz con la pupila afilada

y entre sutiles acertijos dibuja los más finos caminos

de vuelta

a la casa de la memoria.

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apoyo la mirada despacio

en la huella

del trazo

del pretexto

de la estela que migra desde la oscuridad

queriendo atrapar la luz

siento la mano que ve latir la gracia por nacer

que dispone altares donde ampara vidas imaginadas

es la mano creadora

que desanuda los enigmas

de la franja la línea y el difumino

de ires y venires por arroyos de carbones plata color y tinta

de la belleza que al fin respira

al suceder en el ojo el misterio del arte

y enciende la emoción ante la fineza del laurel

retoño de aquel primer garabato en la arena

que hoy brilla apacible

en el invierno de los días

sentida mano fértil aún de color plena

serena las nubes los ayes y la pena

y los caminos de Lamérica

se desvanecen entre pinceladas en las costuras del alma

cuando retorno a Sálvora

que se sabe hermosa

porque en tierra firme hay pan y penicilina

mais non é bastante

dirán los rumorosos al vuelo de

la mirada.

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FIN.

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-J.Antonio Nóvoa Dic.2021-